La salud mental de las personas mayores: un derecho humano en riesgo

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La salud mental de las personas mayores es un derecho humano fundamental, pero a menudo se enfrenta a múltiples desafíos como el estigma, el edadismo y el aislamiento social. Estos factores, sumados a la vulnerabilidad que muchos mayores experimentan, pueden aumentar significativamente el riesgo de desarrollar trastornos mentales como la depresión y la ansiedad. En este artículo, exploramos los factores que impactan la salud mental de las personas mayores y las estrategias necesarias para proteger su bienestar emocional en la tercera edad.

El estigma y el edadismo: Barreras invisibles para la salud mental

El estigma que rodea a los trastornos mentales, especialmente en las personas mayores, es uno de los principales obstáculos para garantizar una atención adecuada. Muchas personas mayores evitan buscar ayuda psicológica por temor a ser vistas como débiles o inadecuadas. Además, el edadismo —discriminación basada en la edad— refuerza la idea de que los problemas mentales en los mayores son “normales” o menos importantes que en otras etapas de la vida.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el edadismo no solo perpetúa el aislamiento social, sino que también contribuye al deterioro emocional y físico de las personas mayores, al desincentivar la intervención temprana para tratar problemas de salud mental. El acceso a servicios especializados es limitado, y a menudo la atención se enfoca más en los aspectos físicos del envejecimiento, descuidando el bienestar emocional.

La soledad y el aislamiento: Factores agravantes

Uno de los determinantes más críticos de la salud mental en la tercera edad es la soledad. Con el paso de los años, es común que las personas mayores pierdan conexiones sociales significativas, lo que puede derivar en un aislamiento profundo. Factores como la pérdida de seres queridos, la jubilación o el deterioro físico pueden limitar la movilidad y reducir las oportunidades de interacción social.

Un estudio de la Universidad de California, San Francisco (UCSF) revela que la soledad y el aislamiento social están directamente relacionados con un aumento del 30% en el riesgo de padecer depresión y ansiedad en personas mayores. La pandemia de COVID-19 ha exacerbado aún más esta situación, interrumpiendo las redes de apoyo y aumentando la sensación de desconexión.

COVID-19: Un desafío adicional para la salud mental de los mayores

La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto devastador en la salud mental de las personas mayores, intensificando los problemas preexistentes. El confinamiento, el miedo al contagio y la interrupción de las rutinas diarias han exacerbado el aislamiento y la ansiedad entre las personas mayores. Además, el acceso a servicios de salud mental se vio interrumpido o limitado, lo que ha hecho que muchas personas mayores no recibieran la atención que necesitaban en un momento crucial.

Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pandemia no solo ha afectado la salud física de las personas mayores, sino que también ha puesto de relieve las desigualdades en el acceso a los servicios de salud mental. Esto resalta la urgente necesidad de políticas que garanticen la inclusión y el apoyo emocional para esta población vulnerable.

Los determinantes de la salud mental en la tercera edad

Existen varios factores que determinan el bienestar mental en las personas mayores. Entre ellos se encuentran el acceso a redes sociales de apoyo, la situación económica, la calidad de la atención médica y la presencia de enfermedades crónicas. La falta de apoyo social y las dificultades financieras pueden aumentar el estrés y la ansiedad, lo que afecta negativamente su salud mental.

Para abordar estos problemas, es fundamental que las políticas públicas y los servicios de salud se adapten a las necesidades específicas de la tercera edad. La Red Internacional de Salud Mental en la Vejez (INPEA) aboga por un enfoque integral que combine la atención médica con intervenciones psicosociales, fomentando la resiliencia y las actitudes positivas hacia el envejecimiento.

Promover la resiliencia y mejorar el acceso a los servicios de salud mental

Una de las claves para mejorar la salud mental en la tercera edad es fomentar la resiliencia, es decir, la capacidad de adaptarse a las adversidades y mantener una actitud positiva. Las intervenciones psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual y los programas de apoyo social, pueden ser útiles para ayudar a las personas mayores a desarrollar estrategias de afrontamiento ante el estrés y la ansiedad.

Por otro lado, es crucial garantizar el acceso equitativo a los servicios de salud mental para las personas mayores. La promoción de programas comunitarios y el uso de tecnologías como la telemedicina pueden facilitar la atención psicológica a esta población. Según un estudio de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, la telepsiquiatría ha demostrado ser una herramienta efectiva para brindar apoyo emocional a personas mayores durante la pandemia, y debería considerarse una opción viable a largo plazo.

La salud mental de las personas mayores es una prioridad urgente

La salud mental de las personas mayores debe ser tratada como una prioridad de salud pública y un derecho humano fundamental. Combatir el estigma, el edadismo y el aislamiento social es esencial para garantizar que las personas mayores reciban el apoyo emocional que necesitan. Además, es crucial que las políticas públicas promuevan el acceso a servicios de salud mental de calidad y que fomenten la resiliencia en esta población. Al hacerlo, no solo mejoraremos la calidad de vida de las personas mayores, sino que también honraremos su derecho a una vejez digna y plena.

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